“El guionista es la persona más importante pero no se lo tenemos que decir nunca a esos hijos de puta”, dijo, por los años ‘30, el productor de Hollywood Irving Thalberg, ganador del Oscar con Motín a bordo y Grand Hotel. El consejo parece mantener vigencia. Desde Argentores, la Sociedad General de Autores de la Argentina, su presidente Roberto “Tito” Cossa afirma que “el papel del guionista involucionó”. “Por un lado, hay mucho trabajo porque la televisión demanda libros y cada vez hay más cursos de guión. Pero el rol se ha desdibujado. Pensemos que hace no tantos años, estaban ‘el teleteatro de Alberto Migré’, el de Abel Santa Cruz, el de Celia Alcántara. El autor era la estrella”. Es que hoy las series televisivas toman el lugar que en el siglo XIX tenían las novelas por entregas; aunque la ansiedad dependa más del ancho de banda que de la imprenta. El soporte es otro y ese cambio suscita preguntas en los suplementos culturales. Pero el gusto por la ficción resiste, estoico. “No es tan fácil ni es tan común escribir un buen guión. Sin embargo, cuando hay que tomar actitudes que pueden molestar a los productores o a las empresas, escucho a algunos autores decir: ‘Y, si no estoy yo, llaman a otro’. Cuando tenés prestigio te respetan y si lo vas perdiendo, perdés derechos. En la tevé, los productores imponen las reglas, lo que no pasa en el teatro. Migré podía pararse fuerte frente a productores. Ahora tienen mucho poder”. Cossa habla de los productores con una sonrisa: “Ah, sí, los autores de la idea. Me dicen ‘San Martín cruzó los Andes. Escribite mil capítulos’”. Pero el problema central Cossa lo focaliza en la línea de producción de ficciones televisivas que empezó en los 90: “Son equipos de guionistas donde cada uno escribe una parte; van viendo con el rating si un personaje tiene que seguir o se muere. Si bien mi especialidad es el teatro, como autor sé que cuando escribo una historia, las situaciones me llevan a los diálogos y los diálogos, a nuevas situaciones. ¿Cómo puede ser que un autor escriba la historia y otro, los diálogos? Es una división del trabajo no aplicable a una ficción. Es lo mismo que un cuadro pintado por varios: uno hace las manos y otro la cara, ¡no van a ser las manos de la misma cara! Es un sistema que va en contra de la creación y diluye al autor”.
–Cossa, ¿el guión es literatura?
–Sí porque se trabaja con las palabras y con la ficción. Pero en el canon no figuramos. A los autores de guiones y de teatro nos echaron de la literatura; la única que reconoce a los dramaturgos es la Academia Sueca que le dio el Nobel a Darío Fo y a Harold Pinter. Después no nos reconoce nadie aunque, comparado con el guionista, el dramaturgo mantiene aún el prestigio de la autoría y el escribir porque tiene ganas y no por pedido, como se hace en cine y tevé. De todos modos, no me preocupa eso: ¿Quién lee Don Quijote hoy y cuántos ven, en alguna puesta, Romeo y Julieta? Nos dicen que estamos muertos pero donamos los órganos.
Fuente: Clarín