Sobre el cierre de esta edición, los técnicos de la Estación Terrena de Benavídez estaban terminando la tercera y última maniobra importante con el satélite Arsat-1, para intentar dejarlo en la posición correcta a principios de la semana que viene. Página/12 visitó ayer el predio de la empresa Arsat en el conurbano bonaerense y dialogó con dos científicos que lideran el proyecto. Además de explicar las novedades en el espacio exterior, contaron cómo es el clima en un equipo de trabajo que va ganando confianza y aflojando la tensión con el correr de los días. Y dieron una medida certera sobre la calidad del trabajo que están realizando: las firmas aseguradoras definieron una póliza de casi la mitad del precio que se esperaba para el primer satélite de una empresa que no formaba parte del circuito.
Andrés Rodríguez estudió Ingeniería en la Universidad Nacional de Mar del Plata y empezó en 1995 a trabajar en Nahuelsat. Como es jefe del proyecto del Arsat-1, vivió los últimos días emociones raras para un científico. “Los vecinos, los comerciantes del barrio, todos me hicieron muy lindos comentarios, se emocionaron con el lanzamiento”, cuenta a un grupo de periodistas. La rutina en la sede de Arsat para los técnicos ligados al proyecto del satélite cambió bastante con respecto a lo que era poco tiempo atrás.
Hasta hace un mes existían las restricciones normales a la entrada que tiene cualquier establecimiento público. Hoy ya nadie puede ingresar a la sala de control si no está involucrado directamente en las operaciones. “No es tanto por la seguridad física, sino más por una cuestión de tranquilidad del equipo”, explica Rodríguez.
El científico repasó que “el lanzamiento, que fue todo un éxito, nos causó mucha emoción porque fue un punto de inflexión para no-sotros. A los pocos minutos, el siguiente momento de tensión fue empezar a recibir telemetría, la información de los equipos del satélite. Enseguida, para poder prender algunos equipos, tuvimos que abrir la primera sección de paneles solares. Y luego comenzamos con las maniobras para circularizar la órbita, porque luego del lanzamiento el satélite quedó en una elipsis, con el punto más cercano a 250 kilómetros de la Tierra y el más lejano, a 36 mil kilómetros. Ya se hicieron dos maniobras, ambas exitosas. También a lo largo de estos días se probaron los distintos sistemas y la computadora a bordo con el software del Invap”.
Como en todo grupo de trabajo, los triunfos dan confianza. “El clima está cada vez mejor. Empezó con tensión y emoción, ahora estamos motivados y tranquilos. El hecho de que hayan sido exitosas las maniobras dio serenidad, aunque ninguno se relajó”, dice Rodríguez.
Ayer a las ocho de la noche comenzó la tercera maniobra, es la última de gran importancia, que llevará al satélite de 15 mil a 30 mil kilómetros en el punto más cercano de su órbita con respecto a la Tierra. La operación demora unas cuatro horas antes de la ejecución (que tiene una duración de una hora) y luego tres o cuatro horas más. En la maniobra van a trabajar en forma simultánea 70 personas, 50 expertos del Invap y 20 por parte de Arsat.
“Si todo funciona como hasta ahora, a principios de la semana que viene el satélite estará en la órbita geoestacionaria. Ahí se procede al siguiente paso importante, que es la apertura completa de los paneles solares y de la antena de comunicaciones y comienza toda una serie de ensayos del subsistema de comunicaciones. Eso demandará entre 20 y 25 días. Después comenzará de forma pausada la migración de clientes hacia nuestro satélite”, adelantó Rodríguez.
En cualquier proyecto de este tipo, la máxima eficiencia es cuando el costo es lo más bajo que se puede antes de que el artefacto falle. Pero no hay certezas, sólo probabilidades. En el caso del Arsat-1 la prioridad política fue desarrollar un satélite “robusto”, que exija una inversión mayor, pero que minimice al riesgo de tener un desperfecto, teniendo en cuenta que es la primera experiencia de este tipo no sólo en el país, sino también en América latina.
Esto se reflejó en la póliza de seguro. Hugo Nahuys, jefe de Calidad y Procesos de Arsat, explicó a este diario que “unas treinta empresas aseguradoras analizaron el riesgo y estudiaron todos los procesos y estándares que elegimos. Como logramos adoptar el estándar que utilizan las principales empresas que hacen satélites en el mundo, las aseguradoras nos dieron una tasa de seguro que es record para una empresa que nunca había volado un satélite. La gente que nos vino a auditar se dio cuenta de que fuimos muy meticulosos y rigurosos en nuestro trabajo”, detalló Nahuys. El costo del seguro del satélite que Bolivia compró a China, por ejemplo, en términos porcentuales duplicó al argentino.
Los técnicos de Arsat se muestran tranquilos porque todos los pasos dados hasta ahora cumplieron o más que cumplieron con las proyecciones trazadas cuando se definió el proyecto. Hoy se conocerá la información de las maniobras que se realizaban anoche para seguir ubicando al satélite en su posición definitiva.
Fuente: Página 12